Si consideramos los resultados de las ultimas elecciones nacionales, la primera caracterìstica en nuestra ciudadanìa, es que la crisis moral por la que atraviesa un sector de la “clase” política es su conversìon hacia un  clamor ciudadano por candidaturas transparentes en 2016. 

Para el pròximo presidente electo, su éxito político dependerá de la capacidad de su liderazgo para deponer ambiciones personalistas y dejar de lado posturas sectarias en aras de una plataforma programática unitaria. Pero sobre todo, su éxito dependerá de elegir una postura transparente y capaz de atraer a amplias y diversas capas sociales de la población, para lo cual necesitaría un discurso integrador que a su vez retome, desde ya con fuerza, algunas banderas abandonadas por el gobierno actual; es decir que lo ubique en la centro izquierda del espectro político. 

Sería muy interesante y beneficioso para el país y su democracia que en la lid electoral de 2016 reciente,  ambas hipotéticas candidaturas que se caracterizarían por su moderación pero, a la vez, por ser claramente distinguibles política e ideológicamente, hubieran logrado una alianza en pos de la democracia peruana. Más aún, nos hubiera evitado tener que votar por el “mal menor” o por candidatos severamente cuestionados. Justamente, por ello mismo, aunque las hipotéticas candidaturas tengan pros y contras, y que una de ellas haya ganado, tenemos una amplia expectativa de democracia y bienestar  para nuestro paìs.